lunes, 1 de septiembre de 2008

¿CUANDO ACUDIR A TERAPIA INFANTIL?



Es necesario contar con la ayuda de un profesional cuando observe los siguientes cambios de comporatamiento:

Mentir, robar, golpear, aislamiento, miedos frecuentes, hacerse pipi o popo cuando ya se contralaba los esfinteres, conducta retraida, llanto constante, berriches entre otros comportamientos que afectan la comvivencia diaria en el colegio o el hogar.

¿Cuándo recurrir a la ayuda profesional?Lo mejor es acudir cuando existe duda sobre lo que le está pasando al niño. Se corre un grave riesgo de malinterpretar los "extraños" comportamientos que manifiesta el niño y de ese modo agravarlos. El niño no va a ser capaz muchas veces de expresar lo que le pasa. Se puede estar comportando de una manera disruptiva y parecer que lo hace para fastidiar a sus padres y, estar sufriendo interiormente.

Tampoco se trata de alarmarse, simplemente de tomar ciertas medidas para hacer la vida fácil al niño (también a los padres, por supuesto). También el niño se siente más comprendido al ver que alguien entiende lo que le está pasando, que no se trata de algo tan raro por lo que solo recibe castigos y quejas por parte de los padres.

No deje para mañana lo que puede hacer.... hoy por sus hijos, ya que se lo agradeceran de adultos.

TRASTORNOS INFANTILES

LA TERAPIA INFANTIL COMO TRATAMIENTO PARA MEJORAR EL COMPORTAMIENTO DE LOS NIÑOS.

EL NIÑO QUE MIENTE
El niño suele mentir como resultado de un sentimiento de frustración.

Hasta los 4 años, el niño suele comportarse con el fin de complacer a los padres; de ahí, que el realizar algo que se sabe no va a gustar, se omite, no se cuenta.

Es alrededor de los 6-7 años, cuando el niño ya tiene conciencia de haber mentido y se siente mal por ello, aunque no se le haya descubierto.

Razones por las que un niño suele mentir:

- por imitar a los adultos: El niño se da cuenta que los adultos mienten cuando les interesa:

- para complacer a alguien
- para no hacerle daño,... Para el niño esto se va a ir convirtiendo en algo natural, que cree poder utilizar a su conveniencia tal y como ha observado en los demás.

- por predisposición en su personalidad: encontraremos diferentes reacciones según el carácter del niño. Si es tímido o si es un niño con muchos miedos, lo que hará será negar las cosas. El niño exaltado, las exagerará. Precisarán diferente trabajo terapéutico:

- al niño tímido se le estimulará más, se hablará con él para que al "conocer" esas cosas que le producen tanto miedo se sienta con más dominio sobre ellas.
- al niño exaltado se le intentará relajar mediante ejercicios de descarga psicomotriz o mediante alguna actividad deportiva; y se atenderá con detalle a sus fantasías, haciéndole ver que no son más que eso o que sólo una parte de éstas se ajustan verdaderamente al mundo real.
- para llamar la atención, pues se siente poco atendido: la mentira más frecuente suele ser el inventar una dolencia (se trata de algo diferente a los trastornos psicosomáticos, pues aquí el niño en realidad no sufre enfermedad alguna). Los padres deberán intentar dar al niño el afecto que reclama y dedicarle más tiempo.

- para evitar un castigo: la mayoría de las mentiras vienen producidas por este miedo. Suele responder a unos padres demasiado rígidos y moralizadores, y a un hijo con miedo de perder el amor de éstos. Es conveniente averiguar qué imagen tienen estos hijos de los padres, pues a veces es muy distinta de la que creemos.
- por vanidad o "chulería": generalmente se produce porque el niño quiere agradar a los padres, sabiendo cuánto valoran éstos las apariencias.
- por no tener la capacidad de distinguir entre lo real y lo imaginario: este caso precisa de psicoterapia, ya que este tipo de niños no tienen conciencia de que están mintiendo; significa que está anclado en fases anteriores de su desarrollo o que está perdiendo contacto con la realidad.

De acuerdo a las capacidades evolutivas del niño, es conveniente buscar la manera de enseñarle sobre la honestidad, a identificar lo real de lo imaginado,... y sobre todo, intentar ser un buen ejemplo.

Se felicitará siempre la veracidad de lo explicado, y una vez el niño miente , antes que reñirle, es necesario averiguar los motivos que le han llevado a mentir.


ENURESIS FUNCIONAL

La Enuresis es la emisión no voluntaria de orina por el día o por la noche, a una edad en la que se espera que haya control al respecto, es decir, más allá de los 3-4 años.

La Enuresis puede ser:
primaria: si el niño nunca ha conseguido controlar su pipí.
secundaria: si, después de un período de control, no consigue volver a él.

- diurna
- nocturna
- mixta: en ambos momentos del día
Hay una serie de factores que pueden predisponer al niño a padecer este trastorno:
- algún problema físico: una vejiga pequeña o de musculatura débil. es lo primero que habría que averiguar.
- iniciar demasiado tarde el hábito del control del pipí; una vez pasada la edad óptima, alrededor de los 2 años, es más difícil.
- circunstancias críticas emocionalmente (factor psicológico): nacimiento de un nuevo hermanito,...
- factor hereditario: es frecuente que alguien de la familia haya tenido el mismo problema; si es así, es conveniente explicárselo al niño para darle seguridad.
- un ciclo del sueño muy profundo que le impide recibir el aviso de "vejiga llena".
- padecer algún otro trastorno al que la enuresis va asociado.
Aunque suele mejorar espontáneamente con el paso del tiempo, es un tema que no debe ignorarse. El primer paso será determinar la causa del problema o el factor que lo ha podido desencadenar.
Nunca se debe ridiculizar ni castigar a un niño por este hecho, ya que ello muy al contrario de hacerle reaccionar, le puede provocar importantes problemas emocionales.

En algunos casos, se utiliza tratamiento farmacológico, pero suelen tener bastantes efectos secundarios, por lo cual no es muy aconsejable. Se aplican, asimismo, técnicas de aprendizaje al control, aparatos de alarma (pipi-stop),... según el caso

ENCOPRESIS FUNCIONAL

La Encopresis consiste en que el niño hace sus deposiciones, repetida e involuntariamente, en lugares que no son adecuados para ello, a una edad en la que se espera que haya control al respecto, es decir, más allá de los 3-4 años.
La Encopresis puede ser:
- primaria: si nunca se ha logrado el control.
- secundaria: si se produce después de un período de control.

Este trastorno suele estar asociado a:
- unos malos hábitos de aprendizaje: presiones excesivas o rigidez al exigir que el niño controle a una edad aún temprana para hacerlo.
- al estreñimiento crónico, que provoca una distensión del colon y la consiguiente pérdida del tono muscular, con lo cual se producen esas pérdidas.
- también puede ser síntoma de depresión infantil u otro trastorno.
Será pues lo más importante identificar la causa que la produce.
El tratamiento también dependerá de si es algo ocasional o más recurrente. Lo primero será ser visitado por el pediatra, quien determinará cómo proceder y si es necesaria o no la visita a un especialista ( Urologo o Psicóloga).

¿Qué hacer?
En primer lugar hay que tener una actitud tranquila y no alarmante. El problema se debe tratar abiertamente con el niño, de modo que sienta seguridad y que vea la enuresis como un problema que se termina con el tiempo. En ningún caso se debe regañar o castigar al niño, porque puede dañar su autoestima y hacerle sentir culpable de algo que él no hace voluntariamente. Hay que tener en cuenta que muchos casos de enuresis se solucionan siempre y cuando no se les dé más importancia de la que en verdad tienen. Avergonzar al niño puede afectarle en el trato con los demás compañeros, e incluso en su propia personalidad. Una vez descartado un problema físico, es aconsejable que los profesionales hablemos con los padres, para que les podamos orientar adecuadamente.

EL NIÑO QUE ROBA

El robo también suele producirse como resultado de un sentimiento de frustración.

Cuando el niño se inicia en esta conducta, fácilmente la convierte en un hábito, pasando de pequeños hurtos en casa a robos cada vez mayores.

Algunas de las causas por las que un niño, al que no le falta nada, roba son:

- por impulso, actúa sin reflexionar: desea un objeto y su egocentrismo no le deja darse cuenta de que deja a otra persona sin ese objeto.

- por culpabilidad (para que le castiguen)

- para tomar protagonismo ante compañeros,...

- para compensar el sentimiento que tiene de carencia afectiva o de abandono

- por agresividad, únicamente para perjudicar al dueño de aquel objeto, aunque despúes dicho objeto sea destruido o regalado.

En cuanto se observen indicios de esta conducta, los padres deben actuar, no deben dejar lo sucedido en algo ignorado. No debe culpabilizarse al niño: "malo" no es el niño, sino la acción de robar que ha realizado. Se hablará sobre lo sucedido, sobre cómo poder reparar el daño realizado y, si es posible, pedir disculpas a la persona afectada.

Según la gravedad o la persistencia de esta conducta se hará precisa la intervención de un psicólogo infantil



EL NIÑO AGRESIVO

Las primeras conductas consideradas realmente como agresivas aparecen entre el 2º y 3er año de vida cuando se siente frustrado por no ver cumplidos sus deseos; entonces, el niño araña, muerde, pega,...

Antes de esta edad, lo que muestra el niño es rabia, mediante pataletas y gritos.

Es a partir de los 4 años, cuando esta agresividad pasa a ser expresada verbalmente.

Esto ocurre en el desarrollo normal de todo niño. Lo que sucede es que algunos continúan mostrándose agresivos, y esto sí que se convierte en una conducta problemática. El grado de agresividad, la edad de aparición, así como su permanencia en el tiempo hará determinar la intervención de un psicólogo infantil que abarque el problema desde su globalidad.

Generalmente, tras este comportamiento hay una baja autoestima, un ser que lucha por autoafirmarse y/o la expresión de un exceso de tensión o angustia que no encuentra otra vía de escape. Para unos, la agresión es una forma de dominar al grupo y para otros es imitar lo que han visto o vivido en casa,...

Para lograr algún cambio en dicho comportamiento, habrá que incidir directamente sobre las causas que lo originan, además de educarle en el control de sí mismo.

Al hablar de agresividad nos referimos tanto a la agresividad física como a la verbal, y tanto a la autoagresividad como a la agresividad contra los demás. Tanto el comportamiento autodestructivo como el de agresividad contra los demás pueden llegar a resultar muy peligrosos; de ahí, que no deben ignorarse, ni se puede esperar a que se resuelvan por sí solos.


AGRESIVIDAD CONTRA LOS DEMAS

Cuando un niño se muestra una conducta agresiva contra los demás, se le apartará del grupo, provocando en él una reflexión, sin reñirle ni culparle, y haciendo que continúe su juego sólo hasta que decida volver a integrarse al grupo con otra actitud más adecuada.

Encontramos en este grupo también a los niños que:

- juegan continuamente con fuego

- dañan a los animales.

Son casos que requieren una rápida intervención, pues están poniendo en peligro su propia vida y la de los demás.


AUTOAGRESIVIDAD (Suicidio, Autolesionarse,...)

- El suicidio es algo poco frecuente en niños menores de 10 años; lo es más en las edades cercanas a la adolescencia.

Signos preocupantes son:

- el mostrarse "especialmente triste"

- perder interés por las cosas que le rodean

- perder el apetito

- alteraciones del sueño (en exceso o en defecto)

- decir cosas negativas sobre sí mismo



Estos datos deben alertarnos, y hacen necesario buscar las causas (hablando con el propio niño).

La mayoría de los casos requerirán un trabajo más profundo por parte de un especialista infantil, e intervenir de forma rápida mediante un tratamiento.


PROCESO DE DIVORCIO, MIEDOS, DEPRESION EN LA INFANCIA...

CONOCE LO QUE SUCEDE EN EL INTERIOR DE TU HIJO O HIJA PARA BRINDALE AYUDA..

Efectos del divorcio

Está ampliamente extendida la idea del sufrimiento que produce en los niños el hecho de que sus padres se separen. Sin embargo, desde la experiencia, podemos afirmar que los niños son un puro reflejo de lo que vivencian y expresan los padres. Los niños son capaces de adaptarse y acostumbrarse a todo (cuando se han quedado sin uno de los padres por un accidente, por ejemplo, parece que se adaptan mucho mejor, o por lo menos no se acude tanto al psicólogo, y eso nos parece mucho más traumático). ¿Qué ocurre entonces? Hay padres que tienen mucho miedo de que sus hijos sufran y antes de observar ningún comportamiento extraño hacen la consulta. Esto nos parece adecuado porque podremos tener la oportunidad de informarles adecuadamente.

Otros, una vez separados, mantienen relaciones penosas con su expareja (lo que es un contrasentido, ya que siguen sufriendo) y trasmiten ese malestar a sus hijos. En esos momentos hay que hacerles entender que sus hijos son los únicos de esa casa que están bien, o estarían si no fuera porque sus padres les están complicando la vida.

Entonces ¿nuca sufren? Aunque los niños se adapten a todo, no cabe duda que necesitan un perído de adaptación al cambio. A ellos les gustaría ver a sus padres juntos, porque eso es lo que han aprendido, y hasta igual necesitan un poco de apoyo psicológico, pero no por mucho tiempo. Seguro que nadie duda de que un niño cuando realmente sufre es cuando ve las descalificaciones que sufre unos de sus padres por parte del otro, cuando para él son dos figuras modelo y las dos maravillosas.Es muy importante que los padres sean sinceros (primero con ellos mismos) porque siempre dicen que delante de los niños no pasa nada, que en su presencia no se discute nunca. En la propia consulta vemos que hay muchos que no se dan cuenta de lo que comentan delante de sus hijos. En la mayoría de ocasiones que hay problemas, la parte que más sufre de la pareja, transmite estos sentimientos a sus hijos, y, dependiendo de la edad y características del propio niño, lo elabora y sufre de manera diferente.

Miedos y Fobias

No es siempre fácil distinguir entre los miedos evolutivos, que desaparecen con la edad, y los miedos que amenazan el bienestar de los niños que los sufren.

El miedo puede ser un estado de alarma cuando nos encontramos ante situaciones que implican peligro, por lo que muchas veces es necesario para vivir. Por ejemplo, si nos encontramos ante un incendio, sentir miedo puede ser el detonante para salir corriendo. Sin embargo, muchas otras veces, el miedo nace de situaciones injustificadas; en donde no hay un peligro real pero la persona exagera y le ve un riesgo excesivo a una situación que no la tiene. Por ejemplo, el miedo que sufre un niño cuando se enciende una cerilla o un mechero, el miedo a las arañas, a las alturas, a las relaciones con la gente, a hablar en público, etc.
Cuando la respuesta es excesiva y el miedo está provocado por estímulos inofensivos o que están bajo control, estamos hablando de respuestas fóbicas, no de puros miedos evolutivos, que desaparecen a medida que el niño se va haciendo mayor.Como padres u observadores, tenemos que tener en cuenta: - El número de episodios que tiene el niño- El momento de inicio- La frecuencia- La forma de aparición (brusca o leve)- Qué fobia presenta Dependiendo de la edad del niño, hay miedos que son más frecuentes y que no deben alarmar:
0-2: Los ruidos fuertes , animales, oscuridad.
3-5: Daño físico, personas disfrazadas, animales, oscuridad, ruidos fuertes.
6-8: Seres imaginarios, soledad, fenómenos meteorológicos, soledad, separación, oscuridad.
8-12 Escuela, aspecto físico, muerte.
13-18: Relaciones sociales, aspecto físico, muerte.Sufrir por miedos es duro y los niños no se suelen sentir comprendidos por los “valientes” que les rodean. Sí se sienten protegidos, y en algún momento estos “valientes” les son muy útiles para que ellos puedan evitar o huir de sus miedos.
Necesitan ayuda para poder ver determinadas situaciones de modo diferente y por lo tanto para comportarse de otro modo.Cuando un niño sufre las consecuencias del miedo, le cuesta imaginarse su mundo sin estas preocupaciones, por lo que hay que dotarle de las herramientas necesarias para impulsar con éxito una conducta diferente.

Angustia

Hablamos de un término bastante difícil de definir principalmente porque la gente en general define como angustia casi cualquier emoción que el niño siente y que le genera cierto descontrol. Se trata de una emoción desagradable que vivencia el niño y en la que expresa gran nerviosismo, desazón y malestar, junto a un componente físico importante: fatiga, tensión muscular, dolores abdominales... Se presenta en forma de angustia generalizada, que perdura en el tiempo o en crisis que hacen su aparición de manera repentina.

Angustia o ansiedad generalizada:Sensación de malestar generalizado que conlleva dificultades de concentración, palpitaciones, tartamudez o dificultades para hablar, para respirar, temblores... el niño siente que no puede controlar este estado y además hay una actuación deficiente en las actividades de la vida cotidiana. Crisis de angustia:Se trata de episodios, apariciones repentinas de angustia o ansiedad. No avisan, y pueden ocurrir tanto por el día como durante el sueño. Se vive con mucha intensidad y existe la percepción de un sentimiento de miedo a la muerte. Se presenta acompañada de síntomas físicos: taquicardia, sensación de ahogo, respiración entrecortada o acelerada y sudores.
Una vez que desaparece, normalmente al cabo de unos minutos, persiste el miedo a que se repita y la desconfianza por parte del niño y del adulto que no conoce estas crisis, a que se trate de un acceso causado por un problema físico grave. Cuando hablamos de crisis de angustia, su identificación resulta más fácil porque es algo puntual que tiene unas características muy concretas y su intensidad no pasa desapercibida.
Pero la angustia generalizada hace que el niño se comporte de manera que muchos padres definen como "insoportable" porque se muestra muy reaccinario, incómodo en cualquier situación, nervioso, poco cariñoso... pero no se trata de un período transitorio sino de unos comportamientos que perduran en el tiempo. Es importante distinguir entre una disrupción del comportamiento y la angustia, porque el tratamiento varía.

No siempre es posible identificar el estresante, incluso la angustia que se manifiesta con crisis puede tener un componente endógeno, provocado por el propio cuerpo. El conocer el motivo que genera la angustia facilita mucho el trabajo y hace la terapia más directa de su comienzo.

¿Qué puede generar angustia en el niño?
Hay infinidad de motivos que pueden generar angustia en el niño, pero los más comunes en la consulta suelen ser: problemas de relación con los compañeros o enfrentamiento directo de alguno hacia él, separaciones de la madre, obsesiones, miedo al fracaso, sentimiento de inferioridad o complejos relacionados con temas físicos, querer obtener siempre los mejores resultados (muy relacionado con el miedo al fracaso), inseguridades, miedo a alguno de los progenitores o a algún profesor o figura adulta de su vida, rechazo al colegio y celos muy fuertes que normalmente se producen por el nacimiento de algún hermano, separaciones de los padres...
La depresión en niños

Aunque se ha llegado a decir que no había niño deprimido antes de la pubertad, hoy en día sabemos que los sentimientos de tristeza, preocupación y abatimiento en los niños son semejantes a los que se desencadenan en la edad adulta. Cuando un niño presenta sintomatología depresiva, no debemos pensar siempre que se trata de meras preocupaciones infantiles pasajeras.
Debemos dar a estos comportamientos el trato que se merecen porque incluso, aunque en sus inicios la sintomatología no fuera directamente proporcional a un cuadro depresivo, podría llegar a serlo con un trato poco apropiado del problema o potencial problema. Valoremos pues a nuestros hijos como se merecen, pues a ellos les preocupan tanto sus problemas como a nosotros los nuestros.

En primer lugar y de un modo sencillo, se podría explicar la depresión como la tendencia constante hacia un estado de ánimo decaído, exagerando siempre los aspectos negativos de todo lo que sucede y envolviendo a la persona en una sensación de tristeza y desmotivación continuada.

En cuanto a las posibles causas; hay causas personales (niños que tienen una personalidad con tendencia pesimista), y otras pueden depender de la edad del niño (lo cierto es que en función de la personalidad y circunstancias propias, las causas variarán):

-De 3 a 4 años: Ausencia de la persona que le cuidaba siempre o desatención de sus necesidades.
- De 5 a 10 años: Priman las causas familiares (situaciones inestables entre los padres, discusiones, divorcios, etc.) y sociales (cambios en las relaciones con los compañeros, situaciones conflictivas en la escuela...)Aunque la depresión en la infancia no es igual que en la edad adulta (los niños no disponen de tanto lenguaje y no tienen por tanto los recursos necesarios para comunicar sus sentimientos), lo cierto es que hay aspectos bastante comunes a todas las edades. Una persona deprimida puede tener las siguientes


Características en su comportamiento:
- Alteraciones en el apetito (no comer casi o comer demasiado) y alteraciones en el sueño (sufrir insomnio o dormir demasiado).- Nerviosismo.- Desmotivación o falta de interés por todo.- Sentimiento de culpa continua y baja autoestima.- Bajo rendimiento escolar.- Agresividad y conflictividad (utilizado generalmente para llamar la atención).- Llorar y ser muy sensible ante todo.- Menos comunicación con los compañeros de clase y padres.- Quejarse de dolores de tripa, cabeza...

Si no se trata a tiempo la depresión casi siempre tiende a aumentar y perpetuarse. En el caso de la infancia, los niños que pasan por una depresión que no se acaba de superar tienden a ser más negativos y pesimistas en la edad adulta, de alguna manera se aprende a comportarse de esta forma, hay que enseñarles otros patrones.

Por ello, es necesario contar con la ayuda de un profesional que en un primer momento, ayudará al niño a cambiar de perspectiva.

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